lunes, 19 de octubre de 2015

En la Vera


Unos pocos días en la Vera, al remanso de Gredos, caldeados por el sol del sur que calienta las estribaciones de la Sierra y guarda su calor al resguardo del frío del Norte. Pernoctando en una casa rural, no lejos de la garganta del Alardos con su puente de reminiscencias romanas y su doble ojo. Perdidos en una soledad que de noche asusta y de día apacigua. Próximos a la antigua ciudad celta del Freíllo, donde los vetones contruyeron un magnífico castro de 20 Ha, hoy cubierto de helechos y cercado por formaciones de robles. Visitando este poblado de la Edad del Hierro y paseando sus camino de ronda hasta las abruptas laderas que dan al Alarcos donde hay un mirador que invita a imaginar la dificultad del asalto por aquel lado. Pensando que desde el s. III a.C. se vivió en esta ciudad que prosperó hasta el s. I a. C. cuando los romanos destruyeron parte de sus murallas para impedir levantamientos y resistencias, y esto hizo que los habitantes se trasladaran al llano a una zona no fortificad (en la zona del Castañar) donde más tarde se encontró una necrópolis de la que desenterraron un tesorillo (el terorillo de "El Raso). Pensando que a necrópolis de El Freíllo depararía un tesoro mucho más espectacular si lograran ubicarla y escabarla, cosa que aún no ha podido hacerse. Circulando por la comarcal EX-203, con sus márgenes espectaculares de gargantas y picachos, con sus coquetas labores de jardinería al paso por El Losar, con sus pueblos pintorescos donde se alzan fachadas y balcones inverosímiles. Degustando por precios asequibles los manjares locales: cluletones de Ávila, morcilla de calabaza, lacón a la gallega salpimentado con auténtico pimentón agridulce de la Vera, licores de cereza del cercano valle del Jerte, perrunillas veratas... Visitando el particular museo del juguete de Candeleda y escuchando embelesados a su dueño mientras contaba anécdotas sin fin de sus preciados juguetes. Avistando desde Gisando las laderas meridionales de Gredos, percibiendo continuamente los perfiles de sus picos, encontrando a cada paso veredas que se internan hasta el espinazo de la sierra y llegan a los Galayos, o a la Laguna Grande e incluso al mismo Almanzor. Internándonos en cuevas gigantescas, subterránea catedral de piedra caliza con bóbedas inmensas repletas de esculturas naturales bellísimas.  Relajándonos en la antigua soledad de Yuste, hoy tumultuosa y más si es doce de octubre, fiesta nacional, donde la entrada es gratis. Solazándonos con breves paseos entre pinos y castaños. Picoteando un higo chungo a la orilla de la carretera. Triscando entre grandes rocas de granito y ollas de gigante en las pétreas gargantas de los ríos serranos... Así pasamos Charo y yo, estos cuatro días de puente y aquí lo cuento como homenaje a esta comarca de la Vera tan rica en todos los sentidos menos en el económico (que ahí no se la ha sabido valorar lo suficiente).

No hay comentarios:

Publicar un comentario