Nuestro código podrá ser leído por todos, estará a disposición de nuestros médicos y también, me temo, de las autoridades o de hackers expertos en sacar partido de hurgar en los entresijos ajenos.
Llegará un día en que sobre la pantalla de un ordenador un puntero de futuro recorrerá nuestro ADN seleccionando, cortando y pegando; después en un proceso totalmente automatizado nuestro cuerpo podrá alterarse: ser reparado, modificado, utilizado... y con nuestro cuerpo, también la memoria, la inteligencia, la voluntad y quizás el alma (que seguramente también tendrá su gen).
La posthistoria habrá comenzado. La lectura y escritura del libro de nuestro genoma dará paso a una nueva era de la humanidad. Los ángeles y los demonios se encargarán a voluntad. Podremos vivir vidas infinitas. Podremos traer el pasado hasta el presente y resucitar animales increíbles. Podremos adelantarnos a nuestro futuro y prevenirlo, cambiarlo y crearlo desde el presente. Podremos crear el superhombre.
Entonces el hombre futuro, el superhombre, querrá jugar a ser Dios. Quizás le de por añadir una letra más al código genético, algún nucleótido experimental. Con el nuevo alfabeto ampliado creará quimeras, seres impensables... Acaso con su escritura equivocada, con su lectura dislexia del código de la vida, genere el monstruo que le destruya.
Y después, la carne se descompondrá y el polvo volverá al polvo.
Pese a las pocas visitas a este texto, me encanta el tema. Me parece fascinante todo lo relativo al código genético. Hoy en día es material de primera para guiones cinematográficos y libros de ciencia ficción.
ResponderEliminarPero es que, fantasías aparte, lo que ya se sabe del tema nos va dejando boquiabiertos cada semana.