Duelo
Así es un duelo: un tiempo lleno de esperas, de sol, de silencios, de sudor... y todo ello mientras la música va in crescendo incorporando instrumentos en cada frase fílmica; con las trompetas sonando a degüello, con el carillón acabando su cuerda, con el disparo final del más rápido. Luego solo leves crujidos del cuerpo que se desploma y se remueve brevemente mientras expira. Por último una última conversación, casi intrascendente. Y el viento siempre el viento.
Y casi cuando parece acabar todo surge el anticlímax: la amenaza aún no había acabado. Y, entonces, tras el último disparo se inicia uno de los temas sonoros míticos en el western: las arpas de boca acompañando una pegadiza melodía silbada, las flautas haciendo coro, los timbales marcando un violento pulso, la voz masculina y bronca de los sintetizadores. el vibrante punteo de la guitarra eléctrica... inicial una vibrante marcha acompañada por el redoble del tamboril.
Yo he soñado con esa música. Yo he representado, de niño, ese duelo muchas veces. Estoy seguro de que si un día pulsan el córtex en mi lóbulo temporal escucharé esa melodía. La tengo impresa. La palabra duelo son esos nueve minutos de imágenes y esos dos temas musicales. Inolvidables pese al Alzheimer. Indelebles frente al tiempo. Así será siempre para mí un duelo.
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