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El hipnótico vuelo de ese fémur (arma letal recién descubierta) y su plástica metamorfosis en nave espacial orbitando la luna es una metáfora de lo relativo que resulta el tiempo real en el cine. En unos segundos transcurre una eternidad y, sin embargo, el lento mecer de la nave acompañado de la música del famoso vals de Strauss consume con extraña gula un largo minuto del film.
El enigmático prisma que preside los hitos en nuestra evolución parece ejercer una poderosa influencia en el progreso del hombre: ¿otra metáfora de la inteligencia exterior? ¿una representación geométrica de Dios?... Muchas preguntas metafísicas a las que responden hipótesis variopintas. Pero yo, anclado en el s.XX cuando vi la película, me quedo con este vuelo hacia el futuro: la evolución resumida en un fémur por los aires.
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