miércoles, 28 de diciembre de 2011

Seminograma.

Mi mujer y yo no tenemos hijos. Existía algún tipo de problema así que decidimos acudir a un especialista para valorar causas y posibilidades. Entre las pruebas que nos solicitó figuraba, en lo que a mí respecta, la realización de un seminograma. En ese momento yo hice un gesto (con intención de pedirle aclaración) y él, interpretando que me oponía, levantó la voz y me echó un discurso sobre la necesidad de que tambien han de analizar mi semen, los prejuicios masculinos sobre que nunca son la causa de infertilidad, etc. Después de un buen rato me fajo de su torrente de reproches y le aclaro que oigo mal y no le había entendido, que no importa hacerme los seminogramas que sean necesarios... ¿Quién es realmente el que tenía prejuicios?

La verdad es que resulta curioso el procedimiento. Para empezar hay que ponerse literalmente manos a la obra en el momento indicado. Hay que provocar la  urgencia tengas o no ganas. Luego has de recoger con cuidado ¡que no se desperdicie nada, por tus hijos! el reciente licor seminal en el tubo al efecto. Por cierto, un "botecito" que acompleja ya por su tamaño, por su descomunal capacidad: ¡Pero si yo no llego ni a la décima parte!. Luego hay que taparlo con cuidado y llevarlo aún caliente (¡que no se muera ni uno por que se enfríe!) para entregarlo ¡en mano! a la señorita ATS con la consiguiente vergüenza de una pobre evaluación cuantitativa.

Todo esto hube de hacer ¡y por duplicado!. Pues resulta que el análisis de mi compañía no era de fiar al médico de mi mujer (de la Seguridad Social).  Con tanta repetición, pensaba yo, me voy a aficionar seriemente al solitario vicio... Pese a todo volví a hacerlo pagando, claro está 10000 pts por darme de alta en la Seruridad Social al efecto.

En fin, con tanto trabajo, para la  próxima vez pediré ayuda a la enfermera, que yo estoy muy cansado...

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