domingo, 25 de diciembre de 2011

Sólo en Navidad

    
 Tarde de Navidad. Reunión familiar. Risas. Inacabables y exóticos  manjares navideños. Alegres bebés. Abuelos sonrientes. Padres risueños y  felices. Ambiente de afecto. Bromas...
                                         
     Rincón de la mesa navideña. Voy quedándome sólo. Entre plato y plato la gente pasea, recoge, va y vuelve de los sofás.  Los abuelos hace tiempo que permacenen en los sofás totalmente absortos por las habilidades  de sus nietos.  La anfitriona dormita en el sofá. El anfitrión se afana en hacernos la velada agradable. Va y viene con especialidades navideñas. Una broma aquí. Un comentario allá. Ofrece una copa, propone un licor... está en todo. Hace tiempo que ha observado que el comensal del rincón permanece mudo, con la mirada acuosa.  Durante casi toda la tarde los dos adolescentes de la casa permanecen ocupados fuera de la mesa. Comparten la game-boy con bromas y comentarios. También atienden de cuando en cuando a los juegos de los bebes. 

     El invitado del rincón está desorientado. No sabe si levantarse a recoger, esperar o dedicarse a  la consumición, una tras otras, de sus raciónes navideñas...  El invitado del rincón es un tipo extraño, "raro" es la palabra que le cuadra. Se le acepta bien, más por su mujer que por él mismo.  Sin embargo "no se da...". No acaba de integrarse.  Los intentos por que participe parece que los rechazara. Permanece en su rincón, casi sin moverse y se respeta su voluntad de ser ignorado.  Quizás pensemos que es un tanto arisco, que es demasiado serio,  un punto orgulloso... o quizás que ha bebido y tiene mal vino... o puede que está con una de sus neuras... De vez en cuando un comentario, más o menos conectado, puede que extemporáneo o fuera de contexto, quizá pretenciosamente profundo... ¡mira que es raro!...  y ¡esa obsesión por magnificar su problema de oido...!

     El invitado del rincón ha decidido voluntariamente no prestar demasiada atención a los bebés. No quiere implicarse afectivamente con ellos. Él hubiera querido tener uno y no fue posible. Un hijo ajeno no es lo mismo. Tiene celos de la atención que reciben. Es un tipo solitario y no anda sobrado de caricias. Toda esa felicidad le parece obscena, impúdica... La situación se le hace dolorosa, difícilmente soportable por mucho tiempo...  Con buena intención le han propuesto partir la piña navideña. El invitado del rincón tiene la impresión de a nadie le importa en este momento comer piña. Se niega con evasivas. Su suegra desde el sofá : "No sé que te pasa este año..." o un comentario similar. El invitado del rincón nota un puñado de sal sobre su herida.

      Ya es cuestión de tiempo. Su mujer se ha dado cuenta y se ha sentado junto a él. Le observa de reojo.  Le pregunta con la mirada. Y él le dice en silencio que no puede más. Le suplica que se asome a su sufrimiento.  Uno tras otro se van dando cuenta de que algo raro sucede con el invitado del rincón. La madre de uno de los bebés se lo acerca con la intención de distraerlo. El invitado lo rechaza intentando ser amable. Finalmente sale al servicio y  llora amargamente.

     Es duro volver de nuevo. Hay que armarse de valor. El invitado del rincón está avergonzado. Por nada del mundo hubiera querido provocar esta situación. Él odia las situaciones melodramáticas. Se despide como puede. Ahora parecen caer todos en la cuenta de que lo estaba pasando mal. ¿Qué te pasa?  -Nada, cosas mías...

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