domingo, 17 de febrero de 2013

El diablo siempre la lía



Un ángel y un diablo competían cada día por ocupar el lugar más próximo al corazón de Charo. El ángel tocaba una flauta antigua de celestiales sones y el diablo esgrimía su tridente, tenedor al uso para parrillada de pecadores. Estaban eternamente enzarzarados en soterradas peleas por posicionarse mejor en su pecho arrullados por su blando corazón.
Aquellas relaciones forzadas siempre terminaban mal. El diablo, mucho mejor armado, acababa liándola y ambos quedaban encadenados en una maraña de tiranteces y forcejeos. En la lucha del bien contra el mal, el ángel quedaba rodeado de cadenas mientras el diablo le pinchaba con la triple lanza de su tridente.

Entonces Charo acudía a Jesús y le pedía ayuda para separar a los contendientes. Jesús tomaba entre sus manos el pequeño diablo de Tinanfaya y el plateado angelito de la flauta y, pacientemente, deshacía los nudos de la cadenilla. (Haz clic en la imagen)

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