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domingo, 25 de diciembre de 2016

Una palabra por mil imágenes 42: Navidad

¡Plácido! Esa es justamente la película que me viene a la cabeza cuando llegan estas fechas y me pongo a escribir la entrada de hoy dedicada, como estas últimas fechas, al cine de mis recuerdos. Plácido es la antítesis de estas fiestas  edulcoradas que nos suele presentar el cine, es algo así como "Pesadilla en Navidad" en carne y hueso, en versión adulta y creíble. No hay, Plácido lo sabe muy bien, caridad en
Navidad.


A punto de ser la primera película española en alcanzar los Óscar, Plácido es una obra maestra del cine mundial.  Con apariencia de comedia oculta dramas dolorosos y críticas feroces a la sociedad, a la religión, a la hipocresía de los seres humanos que transitan por sus escenas. Y todo ello hecho con ritmo, con unos actores en estado de gracia, con una factura técnica excelente... Así se cuenta la Navidad en blanco y negro, la Navidad de los pobres, la Navidad en la España de Franco... Yo la viví. Yo la conozco bien. Acaso a ti te parezca trememendista esta película; a mí me resulta familiar y cercana. Y no tan diferente de la de ahora. Piénsalo bien.
«Madre en la puerta hay un niño y gritando está de frío, ande dile que entre y así se calentará, porque en esta tierra ya no hay caridad, ni nunca la ha habido ni nunca la habrá.»

viernes, 4 de noviembre de 2016

Una palabra y mil imágenes - 20: Impotencia

"SOS, help me. SOS, help me. SOS, help me..."

"No tengo mandíbula, no tengo boca, no tengo lengua, no tengo ojos, no tengo nariz, no tengo brazos, no tengo piernas..."

"SOS, help me. SOS, help me. SOS, help me..."

"Por favor, mátenme. Se lo suplico: mátenme. No puedo sufrir más tiempo esta terrible

impotencia."



Johnny cogió su fusil (Johnny got his gun) es el título de una novela antibelicista del escritor y director estadounidense Dalton Trumbo. La obra, inspirada por la contemplación de un soldado americano desfigurado por una explosión en la primera guerra mundial, fue escrita en 1939 y su título (que sugiere una apología de la guerra y una llamada los jóvenes estadounidense a participar en ella) pertenece a una canción del cantante nacionalista George M. Cohan en la que anima a cualquier joven
patriótico a tomar las armas y defender a su país. Trumbo toma esta frase y la termina:
- ‘Johnny, toma su fusil... y va a la guerra... y vuelve mutilado para siempre"

El director filmó esta película basándose en su propia novela. El film plantea una postura claramente antibelicista y se posiciona claramente a favor de la eutanasia. 
Resultan escalofriantes las escenas en blanco y negro (la situación de postración de Johnny en el hospital está rodada en blanco y negro, mientras que sus recuerdos como persona "entera" se muestran en color). La voz en off del protagonista hablando para sí mismo y expresando su angustia y creciente frustración resulta desgarradora y produce una profunda desazón en el espectador. En su estado los rutinarios procedimientos hospitalarios para con el enfermo alcanzan una dimensión extraordinaria. Entendemos entonces algunas acciones aparentemente amorales: el deseo de suicidio, la postura del sacerdote negándose a sugerirle confianza en Dios, la masturbación que le realiza una de las enfermeras... y las aceptamos compasivos.

La incomunicación, el aislamiento, la impotencia en suma; parecen romperse por un momento cuando consigue (usando el código morse con movimientos de su cabeza) comunicarse con los especialistas que le atienden. Pero su mensaje, desesperado y contundente, resulta un incómodo llamado a sus conciencias: ¡Mátenme!, ¡Mátenme!, ¡Mátenme!...

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jueves, 9 de junio de 2016

Mansedumbre


En algunas regiones las mujeres chinas enterraban a sus hijos en la arena para poder seguir trabajando; años después su personalidad revelaba que eran personas tranquilas y poco problemáticas, con mínima iniciativa.
Los afectados por acúfenos soportan día y noche una tormenta sonora continua. Año, décadas, sin escuchar el silencio.Ese suplicio, imitado por los torturadores en muchos centros de detenidos a base de emitir música estruendosa sin descanso, vuelve locos a los individuos; les aturde primero y después los deja noqueados: listos para colaborar.
El elefante del circo, con su argolla abrazada a su pata trasera, sujeto a una cadena tan débil que  podría romper si se lo propusiera... pero que apenas empuja, que se acomoda a su atadura como si una fuerza invencible lo sujetara.
Los prisioneros de los campos de exterminio: ablandados a golpes, escupidos a martillazos,  moldeados por la crueldad gratuita...
La criatura maltratada, la esposa atormentada, la mujer humillada, el hombre herido, el animal martirizado...
En todos ellos pensé cuando vi aquel trozo de madera en el pantano. Flotaba, manso, en la orilla; ofreciendo la mínima oposición al eterno empuje de las olas. Golpeaba contra las rocas con roncos quejidos de madera baqueteada. Lo imaginé meses antes como tronco poderoso, resistiendo con furia al torrente o huracán que la arrancó. Lo veo pelear contra la corriente en el río que la arrastraba. Siento sus heridas al chocar contra las piedras, la noto descorcharse y rasgarse contra las ramas vecinas,  golpearse contra el fondo, ablandarse con las continuas bofetadas de las olas... Ahora se mece pulida, agotada, junto a la orilla. Su lisa superficie, su pulida textura, no guarda recuerdo de aquellos nudos poderosos, no queda rastro de arruga alguna... Aparece modelada como la sencilla vasija amasada y trabajada en el horno del alfarero.

Hay una cierta belleza en esa madera maltratada. Quizá si se acepta a sí misma, si le es posible dejar de añorar su pasado vigoroso, encuentre sentido a su cuerpo maltrecho. Acaso su duramen aun resista bajo su piel ajada. Puede que su piel, ahora tan pulida, se brinde mejor a la caricia. Y, en todo caso, tronco torturado, aún flotas.  


viernes, 11 de marzo de 2016

11-M



Hay una historia de cercanías y lugares comunes entre las circunstancias de estos atentados y las vidas corrientes de cada cual.  Paso a menudo, por ejemplo, junto al edifico de la guardia civil completamente destruido  por un coche bomba en Burgos en 2009, tengo familiares que viven muy cerca e allí. También me paro algunas veces, al pasar por la Plaza de la República Argentina, a recordar el atentado con coche bomba al paso de un autobús de la Guardia Civil; era lugar de paso obligado para visitar la  Delegación de Educación que está muy cerca. O bien un escalofrío me recorre el cuerpo al pasar por el Puente de Vallecas y recordar las imágenes de aquel atentado de 1995, cuando acudo caminando a la casa de una vieja amiga vecina de aquel barrio.

El 11 de marzo de 2004, en las primeras horas de la jornada laboral, yo estaba en mi pequeño gabinete de logopedia en el colegio Doctora de Alcalá. La fachada del colegio asoma a la calle Gaceta de Alcalá y tiene el patio en la parte posterior, con una larga valla que lo separa directamente de las vías del tren de cercanías que viene de Guadalajara con direccion a Madrid-Atocha. No muy lejos del colegio está la estación de Alcalá de Henares, junto a la plaza hoy llamada "11 de Marzo". Aquel día transcurría con normalidad. Había pasado ya el primer grupo de alumnos de E. Infantil y, aproximadamente a las 10 h., atendía a la segunda tanda. Estábamos frente al espejo, practicando divertidos juegos articulatorios cuando en ese momento llamó a la puerta una de las profesoras. Venía buscando a uno de sus alumnos. El abuelo del niño, muy alterado, lo reclamaba para llevárselo a casa. - ¡Ha habido un atentado en los trenes! ¡Han puesto bombas en los vagones!... Tratamos de tranquilizar al buen señor: - No se preocupe, hombre. No será para tanto... (en ese momento nadie en el cole tenía noticia de los atentados). Pero aquel abuelo insistía en que le entregáramos a su nieto para llevarlo a casa. Así que dejamos marchar a mi pequeño alumno, un poco desconcertados por el estado de ansiedad de su protector familiar. Pesábamos que exageraba, que quizá chocheara un poco, y casi sentimos pena por aquel niño que tenía que convivir con un abuelo tan medroso. A la hora del recreo, gracias al móvil y a la radio, nos pudimos enterar de la magnitud del atentado. Entonces comprendimos las prisas y la alarma del abuelo. A lo largo de la mañana se presentaron varias personas más reclamando a sus retoños.

Luego, pensándolo con más cuidado, consideré muy justificada la intranquilidad de las familias. En aquel colegio, cuya valla estaba pegada a la vía del tren, una explosión en alguno de los nmerosos trenes que pasaban cada diez minutos hubiera alcanzado con seguridad a algún niño del colegio. Gracias a Dios, los terroristas subirían al tren unos centenares de metros más adelante, con lo que el peligro se alejó en dirección  Madrid.

He pasado muchas veces por el aparcamiento, junto a la estación, donde los terroristas aparcaron su furgoneta kangoo blanca y de la que salieron cargados con las mochilas de la muerte. Incluso habré visto alguna vez al portero del número cinco de la calle Infantado que avisó del extraño comportamiento de los ocupantes y provocó la aparición de la primera pista sobre el atentado.  Muy cerca, en la cafetería, he tomado un café algunas mañanas, esperando la hora de ir al colegio. Otras muchas veces he pasado por la carretera que va desde Morata a Chichón y donde los terroristas tenían una parcela en la que montaron las bombas y activaron varias veces los teléfonos móviles que luego emplearon. La dinamita (goma-2 ECO), la fabricaron en Burgos, en la fábrica que la Unión Española de Explosivos tiene en Quintanilla-Sobresierra, en el Páramo de Masa. Cuando paso por allí, y lo hago a menudo, se nubla mi ánimo al leer el letrero junto a la carretera donde se anuncia el desvío hacia la fábrica. Muchos lugares y recuerdos, como digo, que están asociados a este atentado. Pero ninguno como los que lo vivieron en primera persona, los que perdieron a algún familiar o conocido. A ellos, solo podemos acompañarles hoy, velando su pena, ofreciéndoles el mínimo consuelo de nuestro recuerdo.

sábado, 23 de enero de 2016

La Casa del Sol Naciente


Encontré los archivos de mi viejo teléfono
abrí la carpeta de mi colección de canciones
y allí, la Casa del Sol Naciente, se presentó
viajando desde el recuerdo.

Aquella canción me bañaba de ternura
y su desgarro desataba mi llanto.
Juro que te vi, linda muchacha, mirando
el amanecer desde la ventana
junto a un hombre distinto cada mañana. 

Eras inglesa, francesa, hispana;
quizás una joven granjera de Lousiana
de aire melancólico, de ojos tristes,
cantabas canciones con voz cálida
con letras de perdición y de fracaso.

Quise saber la verdad de tu leyenda
busqué  la historia de tu canción
¡Oh, tantos otros la cantaron,
tantas veces la cambiaron!
Pero siempre era una historia triste
de derrota y desesperanza,
de una casa en Nueva Orleans,
la morada de la perdición y el fracaso
para los que malgastaron la vida en una apuesta.

No saber inglés es lo que tiene
la música te guía por los sueños,
pero notas el sabor del vino del fracaso
y respiras el aroma de las rosas marchitas.

Leo que El Sol Naciente era una casa de juegos
o una casa de citas ¡qué más da!
Por dinero venden la vida los muchachos
 y las muchachas por igual.

Apartar vuestras vidas del pecado, nos adviertes,
no vayáis a la Casa del Sol Naciente...
Pero yo, cuando te escucho, iría a buscarte.


Hay una casa en Nueva Orleans/ que la llaman El Sol Naciente/ y ha sido la ruina de muchos pobres chicos-chicas/ y Dios sabe que soy uno de ellos.// Mi madre fue costurera,/ cosió mis vaqueros nuevos,/ mi padre fue un jugador/ en Nueva Orleans.// Lo único que necesita un tahúr/ es una maleta y un baúl,/ y el único momento en que está satisfecho/ es cuando está bebido.// Oh madre, dile a tus hijos/ que no hagan lo que yo he hecho,/ pasar vuestras vidas en el pecado y en la miseria/ en la Casa del Sol Naciente…

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Navidades.com (Cuento triste de Navidad)


En el año 2025 el último arcángel cerró con una de las llaves de San Pedro el candado de los almacenes del cielo. Las enormes depósitos, ocultos entre los vapores helados de las nubes, guardaban así para siempre el incontable material del atrezo navideño que empleaba el buen Dios en adornar cada año la Navidad. Aquellas gigantescas factorías quedaron selladas y allí reposarían desde entonces, como en un inmenso panteón, grandes depósitos de nieve blanquísima, transparentes ráfagas de viento helado, grandes bolsas de brillantes copos, enormes mantos de firmamentos cuajados de estrellas, innumerables lunas de plata, miles brillantes cometas de cabello dorado... Nadie reclamaba ya los pinos jóvenes del bosque y las largas filas de muñecos de nieve se derretían junto a la pared. En las esquinas se amontonaban los troncos para las hogueras y las chimeneas. Los belenes, con sus figurillas envueltas en virutas de madera, se apilaban empaquetados en sus cajas precintadas; ya nadie los solicitaba. Ninguno de los habitantes del planeta se preocupaba de mirar al cielo en las noches de Navidad.
En la sección de regalos, las grandes naves estaban abarrotadas de lindos juguetes: sacos enormes de balones multicolores, miles de cajas de preciosas muñecas, montañas de suaves peluches, incontables estuches de lápices de colores... Ya nadie encargaba esos juguetes y el enorme stock producido durante alis había consumido todo el espacio de almacenaje. Ahora nadie trabajaba allí, no hacía falta. Los niños ya no pedían esos regalos. Todo el personal de logística había sido trasladado a las nuevas oficinas informatizadas. La plantilla de ángeles al completo habían se vio obligada a tomar cursos acelerados de programación y trabajaban ahora frente a las pantallas de sus ordenadores creando videojuegos.
Papá Noel había prescindido hace años de su equipo de gnomos y los viejos renos habían sido sacrificados y repartidos, por trocitos, en latas de carne. Ahora presidía el equipo de regalos virtuales. En su oficina trabajaba frente a una pantalla vestido con un cómodo suéter. De vez en cando tomaba un sorbo de refresco mientras repasaba los formularios excel enviados por millones de niños desde sus tablets y smartphones. Luego pulsaba en una larga lista sobre los videojuegos solicitados y estos eran enviados inmediatamente adjuntos a un correo electrónico. En cada entrega virtual incluía una postal animada de sí mismo, de hace muchos años, en la que surcaba el cielo en su viejo trineo arrastrado por unos renos un poco pixelados y arrojaba un paquete envuelto en grandes lazos por la chimenea. Cuando los niños pedían una consola o una nueva tablet o un más moderno teléfono inteligente, la sección de drones se encargaba de depositar el paquete en la misma puerta de su casa.        
En el departamento de restauración se ofrecían, vía web, tentadores menús navideños: Big-Nochevieja, Doblepavo con queso, NaviPizza familiar, Pack de turrón con sabor a coca-cola... Ya nadie cocinaba, no merecía la pena. Hacía décadas que los niños rechazaban los menús clásicos que preparaban amorosamente las abuelas. Al final, las pobres, habían optado por gastarse los ahorros de su pensión en aquellos lotes de comida empaquetada en innumerables cajitas. Con nostalgia y pena miraban de reojo la delicada vajilla que aún guardaban en sus viejas alacenas.
Nadie recordaba cuando se había compuesto el último villancico. Ahora resultaba más fácil realizar versiones sintéticas de los clásicos que, pareciendo diferentes y novedosas, gustaban a todo el mundo porque la melodía les resultaba familiar. Así todo el mundo los reconocía al instante y entraba antes "en ambiente".  
Desde su ventana celestial, en su nube capitana, el buen Dios miraba el desolado aspecto de su mundo. Las ciudades estaban llenas de luces estridentes, parpadeando frenéticas como presas de un ataque epiléptico. El firmamento oscurecido por el humo, apenas lograba ser traspasado con el pálido fulgor de una agotada estrella. El cambio climático había acabado con la nieve en muchos lugares y los pinares morían sin dejar descendencia en los pinos jóvenes, esos que antaño eran cortados y adornaban cada hogar sus ramas repeinadas; ahora ocupaban su puesto árboles artificiales de láminas metálicas y brazos de alambre vendado con plástico verde.
El buen Dios recogió sus escasas pertenencias y las metió en una caja. Después bajaría a despedirse de sus viejo amigo Claus, de los Tres Reyes Magos ahora reconvertidos en camelleros que paseaban turistas por desiertos de serrín, de sus fieles ángeles colaboradores... Aún no se explicaba cómo le había sorprendido esta crisis en la humanidad. Quizás no tuvo los necesarios reflejos cuando aquel agresivo yuppie, venido de nadie sabe donde, organizó el lanzamiento de una agresiva OPA hostil contra el troust celestial. Sin saber cómo la compañía "Navidades.com" se había quedado con todo... Mientras releía el acuerdo de cesión que había tenido que firmar se fijó en la rúbrica de aquel especulador ruin. Lo curioso, pensaba, es que su cara le sonaba, le parecía haberlo visto antes... Sí, aquel apuesto Reficul que había encandilado a todos, estaba seguro, había trabajado antes para él. En ese momento vio el nombre de aquel miserable reflejado en el marco plateado del portafotos que estaba sobre su mesa al lado del documento y entonces lo comprendió todo.

viernes, 20 de noviembre de 2015

A la lejana distancia de 55 dB


"La ceguera te aparta de las cosas, pero la sordera te aparta de las personas."
Hellen Keller

No me creerás cuando te diga que ser sordo es más frustrante para la vida social normalizada que la ceguera. No admitirás nunca que no oír te impedirá comunicar con la mayoría de tus semejantes en la vida corriente. No entenderás las preguntas repetidas, las respuestas sin venir a cuento, los diálogos de sordos... Sí, la sordera es la discapacidad invisible. Si la padeces lo sabes bien. Todo el mundo pensará, al verte, que eres una persona con todas sus capacidades: interpretará tus silencios como profundas reflexiones, traducirá tus gestos de atención como auténtico interés por sus palabras, pensará de tus distanciamientos que estás afectado por una profunda melancolía, interpretará misantropía de tu comportamiento... Le tendrás por engreído y antipático al no reír tus chistes,  estimarás que es apatía su mirada distraída, juzgarás por demencia sus ojos extraviados, considerarás lunática su actitud abstraída, por enfermedad su cansancio en la conversación, su falta de respuestas... Su quietud te hará creerle muermo, serio, apático, triste...  

Tan sólo cuando, por la edad, empieces a sufrir tú mismo los devastadores efectos de la audición disminuida; únicamente  cuando algún familiar cercano te acerque a sus síntomas, exclusivamente cuando algún profundo catarro tapone tus oídos hasta escuchar los sonidos del mundo desde el fondo de un túnel... empezarás a comprender su situación y tendrán explicación para ti  los comportamientos antisociales que observaste en las personas sordas.

Entonces se hará la luz. Encajarán las  piezas, se explicarán los comportamientos inexplicables. Ese día entenderás, por ejemplo, porqué la profesora de C. Naturales alababa al chico de primera fila, siempre tan atento a sus palabras, y sin embargo, tan desastroso en sus exámenes... Comprenderás, al fin, el comportamiento de aquella alumna sorda que, desengañada, decidía no comunicar al conferenciante de turno su situación y pedirle habla lenta y clara, postura frontal:  Total, a los cinco minutos, ya lo habían olvidado todos...  Comprenderás el insoportable aburrimiento de la protagonista sorda de aquella hermosa película (Hijos de un Dios Menor), en medio de una fiesta de normoyentes... Imaginarás por fin la devastadora soledad de los sordos ante el audioprotesista intentando sacar el máximo partido a la pequeña fortuna que cuestan sus aparatos y desesperado ante los magros resultados...

Mientras tanto escucharás, cansino, los consejos de tus compañeros y amigos:
- "Pegunta las cosas", - "¡Para lo que hay que oír...!", - "Si no te enteras no pasa nada... tu sonríe..."
Porque ellos no saben, o no pueden imaginar, que las preguntas serían continuas y terminarías por convertirte en el aguafiestas de la reunión; porque no tienes siquiera la posibilidad de decidir si quieres oír o no "eso que no merece la pena oír";  porque no estás dispuesto a poner cara de idiota todo el tiempo...

Esta semana he estado visitando diversos gabinetes audioprotésicos para cambiar mis viejos audífonos (los pobres llevan ya trece años, cuando su vida media útil son cinco). Aparte de los precios de infarto de estas minúsculas cadenas de sonido, auténticos miniordenadores portátiles en la oreja; mi confusión como paciente es total. Pese a ser logopeda, pese a informarme periódicamente sobre los avances en la audición, estoy confuso: decenas de primeras marcas, de segundas, de terceras... marcas conocidas, marcas blancas... chips comunes en marcas diferentes... tecnologías clásicas, fiables, punteras, innovadoras... precios de gama alta, media,  baja... ¡Una verdadera selva! Ni siquiera internet te ofrece comparativas.

Confundido escucho a cada uno de los técnicos (van más de media docena) asegurar que los aparatos por él recomendados son los óptimos; indignado me entero de que las distintas gamas (alta, media y baja) utilizan los mismos chips pero programadas para amputar funcionalidades en las de precios más módicos; perplejo descubro que los precios por los mismos aparatos pueden llegar a una diferencia de 1000 euros y que los descuentos se aplican, muchas veces, con criterios irracionales; desalentado compruebo que no tengo ayuda oficial alguna para una prótesis esencial para mi vida profesional y personal...

Necesito unos audífonos y los compraré. No solucionaré mi problema, pero quizás lo atenúe. No apagará mis omnipresentes acúfenos, pero los compraré. Pagaré varios sueldos completos  por ellos. Elegiré una gama alta por necesidades de mi trabajo, por respeto a mis alumnos a  los que debo oír. Gestionaré una magra ayuda por prótesis en MUFACE, mi mutualidad y quizá me den un mínimo porcentaje de su coste. Buscaré la tecnología puntera para que elimine los ruidos de fondo sabiendo que no resolverá mucho del problema, pero que he de intentarlo todo; será algo así como el Ferrari de los audífononos... Y todo será por vosotros, gente, por las personas con las que necesito comunicarme... porque lo que es yo, lo que mi cuerpo con orejas realmente pide, es apartarme en el silencio y descansar. Oír me cuesta mucho. ¡Creedme!

sábado, 16 de mayo de 2015

El caballo blanco



En el camino llevaba mi mochila y mi pena. Recorría las hoces del Tajuña por el lecho del río al fondo del tajo abierto en la tierra mientras mi pensamiento transitaba a su vez por las llagadas heridas del alma. Una verde tristeza me embargaba. La primavera mostraba su impúdica lujuria insinuándose obscena ante mi alma circunspecta.  Sentía una punzada de dolor en el pecho, como si en mi corazón se agitara el espíritu del fracaso. Al un lado del camino un toro me miraba. Era negro como mis pensamientos, amenazante como una tormenta. Me miraba enojado, irritado por mi insolente presencia. Esperé su acometida pensando lo que alcanzaría a correr con mis piernas cansadas. Al otro lado un caballo blanco, el más hermoso animal que  haya visto jamás, pastaba tranquilamente. Alzó la cabeza al acercarme. 
En ese momento se produjo un suceso sorprendente. Mientras el toro levantó la testuz, giró el cuello hacia un lado y al otro y se apartó con un salto nervioso alejándose unos metros; el caballo comenzó un suave trote directo hacia mí con actitud confiada. El corazón me dio un vuelco, por un momento pensé que me arrollaría con aquel cuerpo musculado y perfecto que brillaba en el claroscuro del bosque; pero permanecí tranquilo y extendí mi mano abierta esperando la llegada de su magnífica cabeza. Se acercó sin temor alguno y se dejó acariciar. Aproximó sus ollares a mi pecho olisqueando, reconociendo mi excitación. Estuve así con él un buen rato, hablándole como había visto en las películas, halagando sus oídos mientras le declaraba  mi admiración por su hermosura, agradeciéndole su compañía...  Con delicada paciencia, sin prisa, se dejó mimar un buen rato y después, sin alejarse, continuó pastando los brotes verdes al lado del camino. 

Me alejé lentamente. Cuando volví la cabeza, el negro toro aún colérico me miraba desconfiado mientras  el caballo blanco, no lejos de él, pastaba plácidamente. Yo continué mi camino con una sonrisa. Sentí su encuentro como la mágica visita de un Unicornio de pureza, como el inapreciable aliento de un  Vencedor de dragones.  

jueves, 7 de mayo de 2015

Que por mayo...




"Romance del prisionero"

Que por mayo era por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor,
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión,
que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba al albor.
Matómela un ballestero ;
¡déle Dios mal galardón!
(Anónimo)


El azar (una clase de lengua, donde explicábamos el romance), me ha traído a la memoria este bellísimo romance anónimo. La sobria y sentida interpretación de Joaquín Díaz transmite perfectamente el lirismo de estos sencillos versos. Uno siente la tentación de comentar el texto al uso, en términos académicos. Podría decir que pertenece al Romancero Viejo, que es una expresión subjetiva de los sentimientos del autor, que está escrito en primera persona, que consta de 16 versos octosílabos... Podría hablar de las figuras poéticas: las aliteraciones, los paralelismos, las anáforas... pero siento que al hacerlo despojo al poema de su magia.

Y la tiene: es mágico y perfecto. Con una magia cercana a la cinematografía (magia como pocas). La mitad del  poema describe una ensoñación, nacida del recuerdo, de la primavera en mayo con una sucesión de potentes imágenes. Cualquier campesino de la Edad Media (momento en que se creó el poema) podría visualizar perfectamente esta sucesión de campos en flor, de trigos creciendo, de amores en la naturaleza... (los que hemos pasado algunas temporadas en primavera en el campo, reconocemos estas imágenes con claridad). Pero en medio del romance, en plena delectación de las dulzuras de la estación, nos sumerge en la oscura realidad del protagonista (ahora sabemos que está preso y habita  un oscuro calabozo). Nos describe perfectamente su desesperanza y nos apunta su único alivio: una avecilla que le canta al amanecer, su única referencia temporal, su único contacto con el mundo exterior. En seis líneas describe su negro destino; para destruir finalmente, con un par de versos geniales, su último resquicio de esperanza.

Me rindo a la inmensa tragedia de la muerte de un pajarillo. Algo tan pequeño y que representaba una esperanza tan grande... 

Quisiera ser trovador con el laúd a la espalda, recorriendo la campiña en primavera. Pasar al lado de un oscuro castillo e imaginar la historia de algún prisionero olvidado; soñar con conquistar el amor de una bella princesa, inventar la hazaña de la derrota de un dragón, cantar la dramática historia de unos amores imposibles... Ser un  pobre juglar, que nada tiene, que solo sabe acariciar el corazón de la gente con un poema. Pero a mi pobre musa me la mató un ballestero... ¡déle Dios mal galardón!. 

martes, 28 de abril de 2015

La creación del monstruo.


Así se crea un monstruo: 
Primero necesitamos un motivo, necesitamos al monstruo. El será nuestro chivo expiatorio; nuestros miedos, nuestras frustraciones, requieren un culpable. Exorcizar nuestros temores nos dará tranquilidad. 
Después lo moldearemos. Imaginaremos un proyecto que articule nuestras pesadillas. Echaremos mano, en la morgue de la memoria, de algunos miembros magullados. Elegiremos cuidadosamente los más dañados arrancándolos sin piedad de las partes nobles.  Compondremos así el cuerpo de la criatura, la imagen de la deformidad. 
Y por último, dotados de taumatúrgico poder, le insuflamos el espíritu del mal. Le atribuiremos un alma de maldad. Así nacerá el abominable, el aborrecible. Monstruo a los ojos ajenos pero que, a los propios, solo verá en sí mismo desgracia y marginación.   
Entonces tendremos la perfecta criatura de Frankenstein. ¡Ya puede empezar la caza del monstruo!

lunes, 9 de febrero de 2015

Este año tendrás payaso, cariño...


"Este año tendrás payaso, cariño..." dice la madre con gesto decidido, casi vengativo, a su pequeña, completamente traumatizada porque en su fiesta de cumpleaños el que hizo de payaso para divertir a sus amigos fue su papá.
"Papá, no solo es un payaso... es un mal payaso", parecen pensar ambas. No volverán a pasar por la  humillación de un papi que se hace el gracioso. El payaso es una cosa seria.
¡Y la mamá va a ahorrar, comprando el producto X que le hace rebajitas! Parece una revivida Scarlett 0'Hara jurando contra el cielo de poniente que no volverá a pasar hambre.

Contemplo con pena infinita y desesperanzada este anuncio, auténtico certificado del consumismo:
- No, hija, no haremos la fiesta del cumple en casa ¡Qué ordienariez!
- Sí, hija, te mereces un buen payaso, no ese imbécil de papá que pierde la vergüenza por hacer reír a la chiquillería. ¡Es que es el más infantil de todos!
- Sí hija, serás una triunfadora: podremos contratar el mejor payaso. ¡Tendremos dinero para ello, ya lo verás! ¡Vamos a ahorrar!
- Se acabaron las fiestas tristes porque no hay payaso: ahora vas a ser la reina de los cumpleaños, serás admitida en el círculo de las niñas guais, serás aceptada e integrada como Dios manda...

¿Es que no hay nadie que se de cuenta de los mensajes que enviamos a nuestros pequeños?

A veces pienso que soy un payaso en medio de este mundo consumista. Un payaso triste y derrotado, que ni siquiera hacer reír. Hoy en día, hasta para hacer reír a nuestros hijos, necesitamos un profesional de la risa. ¡Qué pena!

lunes, 22 de diciembre de 2014

En los pagos de Alcalosus



Alcalosus es un mago caído hacia el lado oscuro. Es como Sauron, en el Señor de los Anillos, después de ser corrompido por Morgoth.  Hace siglos, se rebeló contra las fuerzas del bien y empezó a utilizar  su magia contra la gente, especialmente contra los niños a los que odia. También ha acumulado un colosal rencor contra las mariposas amarillas desde que una de ellas logró derrotarle y encerrarle en una oscura mazmorra escavada  centenares de metros por debajo el suelo de un colegio de Alcalá. Allí ha vivido tras las rejas durante decenas de años con la repelente compañía de tres esqueletos que no le dejaban dormir con el trastablilleo de sus huesos. Este era su destino para toda la eternidad si no fuera por el súbito impacto de un meteorito que se estrelló sobre el patio del colegio y que destrozó las paredes de su mazmorra liberándolo. Alcalosus escapó con su corazón lleno de odio latiendo fuertemente por la venganza.  Sobrevoló el cielo de Alcalá de Henares bajo una música infernal dirigiéndose a su refugio en las afueras, en el tenebroso monte Gurugú, donde tenía su viejo castillo. Desde entonces vive entre sus ruinas, junto a su amigo el mago Malón, rumiando juntos la venganza.  Hoy, no sé porqué, sentí la llamada de Alcalosus y puse rumbo al siniestro monte Gurugú en busca de su castillo...

Dejé mi coche en la zona de aparcamiento a la entrada del Parque de los Cerros. Desde allí un camino descendía suavemente hacia el río. Después remontaba la ladera de una pequeña loma y trazaba curvas sinuosas entre matorrales y plantas apartándose de la orilla. La rala vegetación despejaba el paisaje. A lo lejos se alzaban colinas terrosas con profundas cárcavas en sus laderas. Más adelante la pista de guijarros blancos  se internaba en un pinar con árboles de más porte. El tibio sol no llegaba al suelo detenido por el entramado de las agujas de los pinos. Hacía frío. Me abrigué subiendo la cremallera de mi cazadora hasta el cuello. El suelo estaba húmedo y el barro se pegaba a las suelas de mis botas obligándome a pisar con cuidado. Pese a ello resbalaba a menudo al apoyar el pie en la escurridiza pendiente. Algunos conejos corrían ladera arriba asustados por mi presencia.
Más adelante aparecieron los barrancos y los cerros empezaron a amontonarse en el horizonte.  El sol declinaba y las sombras se alargaban sobre el camino.
Al cabo de algunos kilómetros llegué a un cruce en el que un solitario letrero indicaba "Al castillo" con una flecha que señalaba un camino que descendía hacia la izquierda en dirección al río. Estaba claro que Alcalosus había previsto dejarme pistas para conducirme a su morada. El camino continuaba bajando y parecía dirigirse directamente de nuevo a la ribera del río Henares. De pronto, a la derecha, divisé un elevado cerro. En su cima, unas siluetas se recortaban contra el cielo del atardecer y parecían hacerme señas. - Otra señal de Alcalosus -pensé. Me aparté de la pista y tomé una estrecha senda que se dirigía hacia la cumbre. La trocha ascendía entre pinos de gran porte.
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg7wllLaXNZAgDh5qn_-PamTlcryLQE53nPN9qPf80Ykk9LoFeZCIvWbctgnqTngEEVeWmyy1734qoqeWbzYFQ-S3M7I5fzx5pMG35KarKL-7DwUEmId6s_bfFAFlsEfpML8UnzApQPlcoo/s1600/curvas.jpgEl suelo aparecía modelado y roto por la acción de las corrientes de agua. Cada pocos pasos surgían pequeños barrancos escavados por las torrenteras. La estrecha vereda se ceñía a la ladera sorteando aquellas profundas hendiduras. Un mal paso me hubiera hecho caer y quedar engullido por la maleza. -Mal lugar para un mal traspiés, -pensé- nadie me encontraría aquí si cayera.
En la blanda arcilla reconocí, espantado, huellas de un lobo. -Otra nueva señal- presentí. Las zarpas del animal estaban claramente grabadas en la arcilla húmeda. Un escalofrío recorrió mi espinazo: quizás Alcalosus había enviado las fieras a mi encuentro: mal sitio era este para defenderme de una emboscada. El camino continuaba serpenteando por el este, el lado más sombrío,  justo al otro lado del sol. La humedad penetraba hasta los huesos.
Poco antes de la cima  un pino solitario se alzaba saludando al sol poniente. Unas decenas de metros después se llegaba a la cima formada por una pequeña plataforma de tierra húmeda. El paisaje era majestuoso. Toda la ciudad de Alcalá se divisaba desde allí. - Es el observatorio de Alcalosus -pensé-. Aquí debe pasar muchas noches planeando el desquite sobre la pobre Amarilla.
Sobre el barro, una pareja de enamorados había dejado testimonio de su amor. Un corazón atravesado por una flecha y el nombre de los amantes: Alberto y María. La escritura parecía recién grabada sobre la arcilla estaba fresca; sin embargo, no se divisaba a nadie en kilómetros.
Desde el cerro, hacia el este, se distinguían las ruinas de un viejo castillo. Una cadena de cerros y barrancos dificultaban su acceso. Bajé de nuevo al camino y continué en la dirección de la fortaleza.
A mi paso aparecían árboles arrancados por el viento, oscuros vallejos escondidos tapizados de hierba, paredes arcillosas de formas caprichosas que parecían máscaras de seres horribles. En las umbrías brotaban del suelo tapizado por las acículas de los pinos setas blanquecinas. El camino se aproximaba al río y se hacía intransitable por el barro. Después rodeaba un cerro y se internaba en un valle.
Quise atajar por un antiguo camino, ahora invadido por la hierba. A la derecha, junto a una cueva natural escabada por el agua en la pared arcillosa, la enorme cabeza de una esfinge parecío hablarmepreguntando por una extraña adivinanza.: - "¿Qué animal anda a cuatro patas por la mañana, con dos al mediodía y con tres por la noche?".  No supe qué contestar y una culebra verdinegra se deslizó entre mis piernas como presagio del castigo que me esperaba refugiándose después entre los altos hierbajos del lecho de un arroyo, ahora sin agua. Tenía las perneras empapadas por la hierba mojada cuyos tallos habían crecido mucho por la falta de tránsito en el sendero. Continué por la ladera, pegado a la falda de los cerros, tratando de mantener la cota y por fin, accedí a un pequeño collado. 
Desde allí se divisaba el castillo. El sol acariciaba con sus últimos rayos los restos de la torre desdentadas y los muñones de antiguos torreones, hoy desmenuzados y engullidos por la maleza. Esperé unos minutos que cayera el sol. Sabía que Alcalosus me estaba esperando y que, con la llegada de la noche, se mostraría.  

Y en aquel momento en que las sombras del anochecer ascendían por la ladera y escalaban la muralla carcomida, apareció su silueta. Una figura triangular que flotaba sobre la torre desmoronada. Desde abajo lo reconocí. Tenía en su mano la bola brillante con que enviaba sus rayos hechizados. Paralizado no pude reaccionar cuando se formó un leve resplandor sobre la diminuta esfera y un rayo brillante atravesó el aire en mi dirección.
El resplandor me alcanzó en el pecho produciéndome un vivo dolor. Después cesó su brillo y mi corazón, brutalmente golpeado, volvió a latir don dificultad. Alcalosus dio la vuelta y desapareció. Yo me sentí infinitamente cansado; en ese momento comprendí que el cruel mago se había tomado su venganza conmigo. Notaba mi extrema debilidad. Como una revelación comprendí que el peso de los años, la terrible fatiga de la edad, era mi castigo. Me había citado para celebrar el final de mi juventud. Agotado, emprendí el regreso. Afortunadamente la claridad del ocaso, hacia el oeste, y las luces de la ciudad por el norte orientaban mis camino. Llegué en la más completa oscuridad al aparcamiento. Desfallecido entré en el coche y bebí un sorbo de agua. ¡Eres viejo, Jesús! Ya no aguantas nada.

sábado, 6 de diciembre de 2014

Vacío.


Cero. 
Nada. 
Nulidad.  

Vacío total,
absoluta ausencia,
oquedad expansiva.

Ablación del ser, 
 agujero del alma,
modorra del pensamiento.

La vida sin sentido, 
la razón sin cordura, 
el proyecto sin objetivo.

La senda a ninguna parte, 
la larga escalera sin fin,
el vuelo lento sin destino.

Los pies caminan sin rumbo conocido,
las cuencas buscan los ojos perdidos, 
los pechos extrañan los corazones arrancados. 

Comemos de los platos bocados de vacíos,
habitamos en la casa del desahucio inminente, 
dormimos en la cama del insomnio sentenciado.

Es la noche sin sueño del cuerpo desmadejado, 
la algarabía de ideas de la mente atormentada, 
la lluvia inútil en el mar del náufrago.

Terminó por fin la cuenta atrás del parto estéril, 
cumplióse el reto de llenar el vacío de sandeces,  
acabó el forzado desatino metafórico de las nueve palabras. 

jueves, 20 de noviembre de 2014

Yo tenía un álbum



Yo tenía un álbum. En él pegaba con cariño y emoción mis  antiguas fotografías: aquellas viradas al sepia por el tiempo, las que atraparon un instante del bebé que fui, del niño dentro del que crecí. También las había de mis padres y abuelos. Incluso conservaba como valiosas rarezas algunas de mis bisabuelos. En sus páginas fui colocando mis fotos de adolescente, de juventud, de madurez. Allí encontraron lugar preferente las del noviazgo, la boda, las de la vida en común de casado... Todas tenían un elevado valor, todas rememoraban instantes inolvidables.
Pero desde hace algunos años el tiempo se detuvo en una de sus páginas. Fue a partir el día que compré mi primera cámara digital. Desde entonces empecé a dedicar apenas un segundo a preparar cada foto y tan solo unos momentos a mirarlas para luego archivarlas inmediatamente en una carpeta virtual que, al final, quedará perdida u olvidada en alguna lejana rama del árbol de directorios del PC. También es posible (ya me ha pasado) que en algún trasiego de bits su imagen se corrompa y jamás pueda volver a contemplarla. Perdidas, deterioradas o borradas en un descuido nuestras fotografías desaparecen por millares. Se destruyen a la misma velocidad que fueron creadas.

Mi viejo álbum guardaba recuerdos añejos, como envejecidos en la lenta barrica de la vida. Cada vez que realizabas una cata te sorprendía con reminiscencias recuperadas, con emociones antiguas conservadas en el tiempo. Ahora dispongo de infinidad de fotos. El vino nuevo se colecta por toneladas. Imágenes ligeras, de uso temprano, como mosto de cosecha joven. Lo bebes y, rápidamente, te olvidas.

Tomo mi móvil y visito mi galería. Ingentes cantidades de imágenes, la mayoría enviadas como chiste o gracieta y con personajes que me importan un bledo. Deslizo mi dedo buscando algo que me interese de verdad... Voy descartando fotos de tarjetitas, presentaciones, vídeos poco o nada cómicos... Paso pantalla ante fotos parecidísimas de mis conocidos sin solución de continuidad... Al final encuentro alguna que merece la pena, quizás por su belleza, acaso por su protagonista... pero no me provoca el mismo sentimiento que las fotos de mi viejo álbum. ¿Porqué será?

martes, 18 de noviembre de 2014

Se acabó el exotismo


He visto mucho. Estoy muy viajado. Conozco todos los países, he paseado por sus ciudades y su territorio, vi a sus gentes. He llegado incluso a visitar el universo... Lo hago cada día: lo veo en el cine, en la tele; lo visito sentado en mi sillón de mando, dirigiendo mi viaje con  el tablero de mandos de mi ordenador, a golpe de ratón... se acabó el exotismo.

El mundo real se copia virtualmente de modo interminable. En Internet se puede encontrar cualquier lugar, ver sus fotografías, conocer sus singularidades... se acabó el exotismo.

Ya nada nos sorprende. Todo se vuelve frívolo, caduco, pasajero y efímero. Nos vacunamos a diario contra la admiración. Nada nos cautiva ya, nada nos atrae. Caminamos por parajes extraordinarios a golpe de clic, con gesto rutinario y la mirada apagada. La contemplación pausada se minimiza, se acorta a los milisegundos. Nuestra atención se torna lábil, impaciente. Los ojos pasan de una imagen a otra en un ping pong virtual: se compartimenan ventanas, tocamos con el cursor, apenas dedicamos atención a las frases,  desechamos los textos de más de dos líneas,  leemos con líneas de acción cono en los cómics, los logos se multiplican y se superponen... La vista se aproxima, el enfoque en corto deforma nuestro cristalino, la miopía crece, el ángulo recto se apodera de la geometría... se acabó el exotismo.

Viajamos con gps, evitamos el extravío, la opción aventurera. Ya no nos perdemos por ahí, no descubrimos veredas ignoradas, no tenemos el privilegio de la equivocación y sus sorprendentes consecuencias. No ponemos atención a lo imprevisto, ya no hace falta... se acabó el exotismo.

Terminó la época de los pioneros, de los exploradores. Nos han engañado: el "explorer" no nos descubre nada: sólo vende sueños, engatusa con mundos virtuales. Nos empacha con imágenes y nos enmascara la realidad... se acabó el exotismo.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Mi nombre es Amanda Todd


El 10 de septiembre, está declarado por la OMS el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. Cada día casi 3000 personas se quitan la vida en el mundo y un número 20 veces mayor lo intenta. Se puede calcular fácilmente que aproximadamente cada 40 segundos se produce un suicidio. Quiero conmemorar este día transcribiendo aquí una historia real.

No sé si habéis visto en algún medio (podéis hacerlo en YouTube, si queréis) el sobrecogedor testimonio de la joven Amanda Todd. Amanda tenía 15 años y quiso contar su historia. Lo hizo en silencio, ayudada por unos sencillos carteles que ella, con su clara letra de estudiante, preparó y enseñó frente a la cámara, escondiendo su cara, su cara avergonzada por el ensañamiento de sus compañeros adolescentes. Realmente una imagen valió más que mil palabras, por desgracia.

Transcribo su mensaje traducido a nuestro idioma. Léelo en tiempo real. Hay ciertos hechos que se producen sincrónicos con él y que también añadiré como realidades paralelas. Así se sentía Amanda Todd, como una broma en el mundo...

  Hola

He decidido 
contarte mi
interminable historia

Cuando estaba
en 7º curso me veía 
con mis amigos 
a través  
de la webcam.

para conocer 
y hablar con 
otras personas.

Me decían 
que era hermosa, 
impactante, perfecta...

Entonces me pidieron 
que me exhibiera...

Así lo hice...
un año más tarde...


 recibí un
 mensaje en facebook

de él...
No sé cómo me conocía.

Decía: si no te exhibes 
para mí publicaré tus tetas.

El sabía mi dirección, 
escuela, los nombres 
de mis amigos y familiares...
...

Vacaciones de Navidad

Tocan a mi puerta 
a las 4 de la mañana

Era la policía... 
mi foto fue enviada 
a todo el mundo.

En este momento, el señor Inocente Paíva se quita la vida en el jardín de su casa, en la Calle 3. Sus amigos más cercanos lo encontrarán mañana colgado de un árbol de guayaba en su finca y mostrarán su estupor al ver que cumplió su amenaza de suicidarse tras el abandono de su esposa tras 58 de vida juntos. 

Aquello me hizo 
sentir muy mal
y me provocó...

ansiedad, 
depresión profunda 
y ataques de pánico.

Entonces me mudé 
y empecé a tomar
drogas y alcohol...

Mi ansiedad empeoró...
no podía salir.

Pasó un año
y él regresó 
con mi nueva...

lista de amigos y escuela.
Pero hizo una página 
de facebook...

Mis pechos eran la 
foto principal de su perfil...

Lloré todas las noches,
perdí a todos mis amigos
y el respeto que...

la gente tenía por mí... otra vez...

Después nadie me quería

Me ponían apodos, 
me juzgaban...

nunca podré recuperar esa foto

Empecé a cortarme

Me prometí a mí misma 
que esta sería la última vez...

En la ciudad de Tongsin, en Corea del Norte, un anónimo obrero industrial ingiere en estos momentos un litro de plaguicidas. No soporta la vida miserable a la que le obliga el régimen totalitario gobernante. Sus familiares, en la habitación de al lado, descubrirán con espanto al día siguiente su cadáver. Temerosos declararán que padecía una grave enfermedad y su nombre quedará olvidado. Si su mentira es descubierta su suicidio será declarado  "traición" y ellos serán etiquetados como "la parentela del traidor" recibiendo desde ese momento el desprecio de sus vecinos...

No tenía amigos y me sentaba 
a la hora del almuerzo sola.

Así que me cambié de escuela
 una vez más. 

Todo iba mejor aunque 
todavía me sentía sola...

a la hora del almuerzo 
en la biblioteca, todos los días

Un mes después empecé a hablar 
con un viejo amigo

nos empezamos a escribir
y me empezó a decir que...

le gustaba. 
Me sedujo...
Él tenía novia...

Entonces me dijo que fuera a verle
 que su novia estaba de vacaciones.

Así lo hice... fue un grave error...

Nos "divertinos"...

Pensé que le gustaba...

Una semana más tarde 
recibí un mensaje: 
sal de tu escuela

Su novia y otras 15 personas 
vinieron, incluyéndole a él...

Adolf Merckle, el quinto hombre más rico de Alemania, está a punto de arrojarse a las vías del tren. Ser multimillonario no le proteje del asedio de los problemas financieros y ya no soportaba abandonar el puesto 94 del ranking de los más ricos del mundo. Perder muchas de sus empresas por la crisis financiera le hacía la vida insufrible. En este momento, cuando el tren está a punto de pasar, da el último paso al frente en su vida.


Ella y otras dos dijeron: 
"mira alrededor, no le gustas a nadie"...

Delante de mi nueva escuela : 50 personas.

Uno de ellos gritó: "¡pégale ya!"

Y así lo hizo. 
Me tiró al suelo 
y me golpeó varias veces

Ellos lo filmaron. 
Me quedé sola y tendida en el suelo.

Me sentí como una broma en este mundo... 
pensé que nadie merecía esto.

Me sentía sola. 
Mentí y dije que fue mi culpa y mi idea.

No quería hacerle daño, 
pensé que realmente le gustaba. 

Pero él solo quería sexo...
alguien gritó "¡pégale ya !"¡

Los profesores llegaron corriendo 
pero yo me fui y me arrojé en una zanja, 
donde mi papá me encontró.

Me quería morir... 
cuando él me llevó a casa bebí lejía.

La cuenta de twitter Guardiacivil62 acaba de recibir un mensaje y una foto de una vía del tren enviada por una joven seguidorade Palencia  preocupada por su difusión por un joven que pretende quitarse la vida. Un agente experto en nuevas tecnologías está tratando de localizar el punto kilométrico exacto desde donde se acaba de enviar esa imagen... se ha activado el protocolo de emergencia antisuicidios.


Me sentía fatal por dentro 
y pensé que realmente me iba a morir.

Vino la ambulancia y me llevaron al  hospital 
donde me lavaron el estómago

Cuando llegué a casa 
lo que hice fue mirar en facebook: 
- Ella se lo merecía,
- ¿Te quitaste el lodo del cabello? 
- Espero que esté muerta...

No le importó a nadie.
 Me cambié a otra ciudad, a la de mi madre.

Otra escuela...
no quise poner denuncia 
porque quería olvidarme del asunto. 

Han pasado 6 meses... 
la gente sigue publicando 
fotos de lejía, cloro y zanjas...

etiquetándome en ellas. 
Me estaba yendo muchísimo mejora que antes. 
Ellos dijeron... 

Ella debería probar otro tipo de lejía. 
Espero que esta vez muera 
y no sea tan estúpida.

Ellos dijeron:
 espero que ella lea esto y se suicide.

¿Por qué me hacen esto? 
Metí la pata, pero ¿por qué perseguirme?

Dejé vuestra ciudad muchachos. 
No paro de llorar.

Todos los días me pregunto: 
¿por qué sigo aquí?

Mi ansiedad es horrible ahora. 
Este verano no salí ni un solo día. 

Todo por mi pasado... 
la vida no está mejorando nunca... 
no puedo ir a la escuela...

o conocer o estar con gente. 
Estoy cortándome todo el rato. 
Estoy realmente deprimida.

Estoy tomando antidepresivos y en tratamiento. 
Hace un mes este verano...

tomé sobredosis. 
Estuve ingresada dos días.

Estoy atrapada. 
De lo que queda de mí ahora... 
nada lo frena.

No tengo a nadie... 
necesito a alguien...

Mi nombre es Amanda Todd...

Amanda publicó este vídeo en YouTube el 7 de septiembre de 2012 titulándolo: "My Story: Struggling, bullying, suicide and self-harm (Agobio, acoso, suicidio y autolesiones). Un mes después Amanda Todd se suicidó colgándose de una árbol.