lunes, 16 de enero de 2012

La recomendación.


Aún a costa de parecer abonado a las necrológicas, la noticia del fallecimiento ayer noche de Manuel Fraga Iribarne me ha traído a la memoria algunos recuerdos que quiero compartir.

Con sus 78 años, y su largo recorrido político (60 de ellos), en su figura se superponen como diapositivas amontonadas las imágenes en blanco y negro de político, ministro franquista, embajador, líder de AP y PP, madurito saludando en bañador y (ya en color) padre de la Constitución, eurodiputado  y presidente de Galicia.  A todas ellas yo tengo que añadir una personal transparencia con la imagen de una carta autógrafa que le añade el perfil de "recomendador". Me explico...

Era el año 1981. Yo recién hube aprobado la oposición y dando ya clases en Arganda del Rey dedicaba los fines de semana a pasear por Madrid: una ración de museo, alguna película, perezosos paseos por el centro, baratos menús del día en modestos restaurantes... En uno de aquellos paseos por la céntrica plaza de Lavapiés, al pasar al lado de una papelera, me fijé en que habían arrojado en ella una cartera de piel en perfecto estado. La cogí y registré su contenido. No había rastro del dinero, pero estaba completa la documentación al igual que algunas tarjetas y una carta doblada. Se me ocurrió abrirla y era nada menos que una recomendación escrita y firmada de puño y letra por el mismísimo Fraga para un puesto en la administración a favor de su propitario. Llevado por el loable motivo de tranquilizar al desvalijado dueño y devolverle su documentación para evitarle engorros y papeleos, le envié la cartera en un sobre y, en mi más candorosa ingenuidad, le incluí una carta en la que le afeaba su ventaja y clientelismo respecto a su famoso protector. Me dejé llevar por un pretencioso acto moralizante que al interesado, seguramente, le traía al pairo.   

Así entre los estereotipos que se tienen de su conocidad figura como su habla taquilálica (terror de logopedas), su paso renqueante, su particular megalomanía, su aportación a la transición y la democracia... yo añado la humana debilidad del clientelismo del cacique, un fruto abundante en la tierra donde nació.  

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