martes, 31 de enero de 2012

La curiosidad salvó al gato.

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Hay refranes para todo. Encuentras  un refrán y, al pronto alguién replica con su contrario. Si "al que madruga, Dios le ayuda" enseguida le quitamos la voluntad con "no por mucho madrugar amanece más temprano". También tenemos refranes con vocación castrante: "La curiosidad mató al gato"

Quiero hoy rendir un homenaje a los niños curiosos. La curiosidad es una de las cualidades más humanas, más creadoras, más progresistas... la falta de curiosidad ha alimentado lo peor de las religiones, lo peor de la magia... Invito a todo el mundo a comer de la manzana del árbol del bien y del mal.

Me encanta la gente curiosa, me fascinan los niños preguntones, los incansables y pesados inquisidores. Me emocionan las miradas expectantes, las manos manipuladoras, los pies exploradores, los oídos atentos, las lenguas dispuestas, las narices husmeantes... Siento natural simpatía por las mentes viajeras, las imaginaciones desbordantes, los lectores  tenaces, los artistas, escritores, músicos, cocineros, actores...

Hay gente que necesita del encanto, de la magia. No quiere saber nada de los trucos del mago,   ni del secreto del hechizo del brujo. Si un día lo descubriera se sentiría "desencantado". Los magos  perderían su admiración, los brujos su poder, los poderosos su fuerza, los políticos su influencia, los sacerdotes su fe: mejor fomentar la ignorancia del otro, mejor engañarle sobre el veneno que entraña el fruto del árbol de la sabiduría.

¡Claro que curiosear entraña peligros! ¡y andar!, ¡y estarse quieto!, ¡y comer! ,¡y no comer!... Vivir es  peligroso. Pero no vivir lo es aún más: es certeza de haber sucumbido. Y la curiosidad salva vidas. Si el gato no es curioso no caza ratones: ¿Dónde los encontraría? No aparecerán delante de sus hocicos como por "arte de magia". Que "¿el gato gazorito se quemó el hocico?": puede ser; pero el que no lo fue se murió de hambre.

La curiosidad es agua paradógica: a cada sorbo sentimos más sed. Sócrates, un gran curioso, afirmaba: "sólo sé que no sé nada". Cada respuesta multiplica las preguntas; pero cada respuesta libera. ¡Cuán feliz es el ignorante que cree que lo tiene todo porque ignora todo lo que no tiene!

Los sabios se  preguntan por el sentido de la vida:
¿Quienes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos?...
y los más curiosos:
¿y porqué preguntamos?

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