domingo, 29 de enero de 2012

A ti, juez, yo te acuso.


 
Juez: terrible palabra con connotaciones teológicas, sociales y morales. Profesión con una larga carrera de preparación y conocimiento. Status de privilegio sustentado en una honradez intachable. Administrador de una parcela de poder independiente teóricamente impenetrable a los otros dos poderes que gobiernan nuestra sociedad. Persona equilibrada donde las haya. Sujeto portador de los más nobles adjetivos: ecuánime, justo, recto, moral, razonable, competente, cuerdo, laborioso, claro, independiente, riguroso, insobornable... y, por último, los jueces son también, naturalmente, hombres.

Leo con preocupación los informes que sobre el estamento judicial se  publican en los periódicos. Si los datos son ciertos (y parece que lo son) nos encontramos con una situación preocupante: En los tres años que van de 2008-2011 se estudiaron 6000 quejas contra jueces y sólamente fueron sancionados 126 (el 2%) y uno sólo expulsado del cuerpo (¿dónde la ecuanimidad?). La ONG Transparencia Internacional considera como uno de los puntos débiles del sistema judicial español "la débil rendición de cuentas existente en la práctica " y añade "los jueces actúan normalmente con ética, responsabilidad y rigor, pero la irresponsabilidad, corrupción e ineficiencia no son suficientemente castigados" (¿dónde la igualdad?). También habla de la "fuerte politización" se sus órganos de gobierno (¿dónde la independencia?). A eso añade la presencia de un fuerte corporativismo (¿dónde la igualdad?). Se aprecia últimamente una clara opacidad que impide conocer sus decisiones disciplinarias (¿dónde la claridad?). Las sanciones son leves (¿dónde el rigor?). El juez Manuel Arce acumuló durante 10 años 500 asuntos sin resolver (¿dónde la laboriosidad?). "La salud psíquica de los jueces, a diferencia de otros funcionarios, no se evalúa ni antes ni después del ingreso en la carrera  judicial" ,"Es un secreto a voces que hay compañeros con trastornos psíquicos y que sus caos no se abordan con rápidez" (¿dónde la cordura?)...

¿Qué les pasa a estos hombres? Porque si bien es cierto que la mayoría parece que cumplen con el modelo que su función les exige ¿porqué no reaccionan con más contundencia, rigor y ecuanimidad en cuanto el acto a juzgar les afecta a ellos mismos?
¿Cómo puede ser que mientras en unos casos se pasan de frenada, en otros se saltan todas las señales de peligro y aceleran? La triplicada instrucción sumarial contra el Juez Baltasan Garçon es un ejemplo para muchos de parcialidad, discriminación y sospechosa oportunidad.  
Me ruborizo cuando tengo que pagar por una simple multa de tráfico más que la sanción a un juez que traspapela (es su explicación) un expediente que deja en libertad un condenado por abusos sexuales el cual, mediando esa circunstacia, asesina a una niña.
Me sonrojo a veces al explicar a los niños la división de poderes cuando me encuentro en la prensa que las influencias pólíticas pesan en su elección o que, símplemente, se clasifican en más conservadores o más progresistas.
Me avergüenzo cuando Organizaciones Internacionales de reconocido prestigio se avergüenzan a su vez del espectáculo de nuestra justicia en el caso del Juez Garçon...  

Tú, juez, también eres hombre: nada humano te es ajeno. A ti, juez, al prevaricador, parcial, incompetente, dependiente, injusto... pero también a ti, al indiferente, yo acuso. 

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