martes, 3 de enero de 2012

No soy guay


No soy guay, lo tengo claro. No llego a pato top-model en absoluto. Ando rumiando por ahí mi vulgaridad en soledad. Me embriago en los atardeceres con licores de tristeza y suplico al sol que se esconde heredar un poco de su brillo.
Mientras el resto de anátidas se lo pasa pipa en la marcha nocturna de la charca. Danzan un palmípedo balet con satifacción infatil. En los remansos oscuros de las  orillas se escuchan arruyados cua-cua entre los juntos. Efímeros espirales en el agua dibujan los machos en torno a las hembras mientras las cortejan y se exhiben orgullosos.

Pero yo no soy guay. Tengo oscura la mirada, sin fuegos artificiales. Me muevo despacio sin los impulsivos tics de mis hermanos. Me agobio en medio de la bandada y vuelo apartado. Renuncio a la carcajada y apuesto por la sonrisa.

Muchas veces intento ser way:  Ser prestidigitador, seductor, mago, enrollao, cachondo, marchosos, payaso, colegui... Es inútil. No me sale.  Inento el cua-cua y me sale el pío-pío. Yo no soy así.

Sé  que soy distinto. Intuyo que tan bueno o más que los superguays. Algo me dice que hay otros ojos que me verán diferente. Pero no sé el camino de la charca de los cisnes...

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