miércoles, 29 de febrero de 2012
Mis fetiches (4): Mi reloj benedictino
He salido al jardín a ver la hora. Son casi las 11 de la mañana según marca mi reloj benedictino. Hoy, lo he sacado de la caja de mis fetiches para escibir el artículo correpondiente de mi blog. Descubro que atrasa una hora, pero no es culpa suya, estos relojes funcionan perfectamente desde que un monje benedictino los inventó en el siglo XI, la culpa es de las autoridades que deciden adelantar una hora para aprovechar al máximo el horario solar. Descontando la hora correpondiente me da la hora pefecta (en este momento el reloj de mi ordenador marca las 11:55).
Me encanta mi pequeña reproducción de esta joya científica. En latón, imitando el bronce, es una copia casi perfecta de los antiguos ejemplares fabricados durante siglos y que usaron los monjes de San Benito, regalaron los reyes, ayudaron a marinos y piratas en alta mar; y ,hoy en día, aparecen en los lugares más insospechados (como la serie de Willy Fog) o se cotizan en joyería.
Este anillo de altura es una réplica del fabricado en 1721 que se conserva en el Museo Arqueológico y Etnológico de Londres. Está hecho de bronce y se compone de un cuerpo circular en el que se inscriben en el interior una serie de números correspondientes a la escala horaria y en el exterior las iniciales de los meses, situados en intervalos correspondientes a la altura del sol. En torno a este se desliza un aro perforado con un orificio que nos va a permitir realizar la lectura horaria. Al suspenderlo en el aire el sol penetra por la perforación y proyecta su luz sobre una de las marcas del anillo mostrándonos la hora solar. Parece mentira que un sistema tan sencillo pueda aportarnos una información tan precisa.
Si el objeto en sí, ya me parece interesante; cuando he investigado un poquito en su historia, aumenta mi fascinación por el mismo.
El origen de su invención hay que buscarlo en La Regla de la orden benedictina. Los monjes benedictinos querían saber con exactitud las horas de rezo de ahí su obsesión por el control del tiempo. Por eso en muchas de las fachadas de los templos se pueden encontrar aún bajorrelieves con diversos tipos de relojes solares:
“…En el año 529, -dice la Wikipedia- el fundador de esta orden religiosa, san Benito, prescribe desde su monasterio unas Reglas precisas por las que todos los monjes benedictinos de Europa debían regirse. Ya desde sus orígenes, la Iglesia Católica quiso santificar determinadas horas del día con una oración común…”. Tratando de ser rigurosos con este precepto muchos años después, en el siglo XI, otro benedictino, Hermann von Reichenau, el hermano Contractus, que desarrolló gran habilidad en matemáticas, ciencias y en gnomónica -ciencia que estudia la trayectoria del Sol y el horizonte mediante proyecciones específicas sobre las superficies- construyó el primer reloj anular solar, además de realizar otras aportaciones a la astronomía, como sus descripciones de los astrolabios.
La versión más cara que conocemos de este ingenio, se conoce como la que regaló Leonor de Aquitania en 1152 a regaló un reloj anular al Rey Enrique II de Inglaterra. El anillo tenía incrustaciones de diamantes y llevaba la inscripción “Carpe diem”.
Leonor tenía uno igual. De esa forma, pensaba ella, Enrique II podría saber el momento exacto en el que debía regresar de cacería para mantener sus encuentros amorosos.
Pero su uso no fue exclusivo de monjes y reyes. Marineros y piratas también utilizaron el reloj anular en los siglos XVI, XVII y XVIII . Empezó a ser conocido también como “reloj de altura“. Algunas de esas piezas pueden contemplarse hoy en el Museo Marítimo Nacional de Londres. Otras más antiguas, han sido encontradas en excavaciones e incluso en pecios hundidos. En el del navío pirata ”The Whydah” que se hundió en una tormenta del cabo Codd en Abril de 1717, apareció uno de estos relojes. Posteriormente fue popularizándose todavía más su uso.
Y respecto a la intrahistoria de mi singular cronógrafo también tiene su punto de interés. Lo obtuve, después de de mucho rogar, de algún crío de colegio que lo conseguiría a su vez en base a a ser un gran devorador de yogures Danones, que lo ofrecían en una promoción. La marca regalaba estos relojes o una carpeta escolar. Tuvieron un gran éxito y, hoy por hoy, se les puede encuentrar en internet en torno a 50 euros para coleccionistas. Muchos se alegraron al reconocerlo en la serie televisiva de dibujos "La vuelta al mundo en 80 día" protagonizada por Willy Fog. Allí se podía ver a Tico (el inseparable compañero de Rigodón) empleando este curioso reloj que lo hizo popular en las aulas de los 80. En la actualidad, varias imitaciones del reloj anular pueden comprarse por Internet, han evolucionado mejorando la precisión, e incluso se han convertido en un regalo de alta joyería. Acabo de repasar las imágenes que me ofrece Google de estas joyas. Son una preciosidad y me he decidido: ahora mismo le digo a Charo que, como próximo regalo, para San Valentín, aniversario de bodas, u otros eventos significativos ya sabe qué puede regalarme.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario