Recuerdo hace muchos años, en mis tiempos de estudiante, que tenía un amigo que invitaba con humor a acercarse al bar anunciando: "Vámonos a subir el olécrano". Luego sonreía contemplando la cara de extrañeza que ponían los no iniciados y les explicaba, finalmente, que el olécrano forma parte de la articulación del codo (exactamente es una apófisis de la parte superior del cúbito que tiene forma de prisma de base cuadrangular) y que es la que izamos más arriba cuando empinamos el codo apara beber un vaso de vino. Este extremo que forma la parte ósea y puntiaguda de un codo doblado se alza más aún al beber en bota o en porrón.
Y hoy, que la bonanza otoñal, me ha llevado a las más transitadas calles de Madrid, en el popular Mercado de San Miguel, he visto muchos alzamientos de olécranos. Y no precisamente izando vasos de vino o típicos porrones españoles, sino elevaciones de móviles haciendo selfihs. Ahora las lesiones del olécrano y las brusitis olecranianas son producidas mayormente por esta obsesiva gimnasia de mancuernas electrónicas.
¡Qué tiempos estos! Ya no se empina el codo para beber un vaso de vino con los amigos. Ahora se alza el olécrano para el selfish de rigor. Salimos perdiendo...
Muy interesante.
ResponderEliminarYo prefería empinar el codo con el porrón.
¡Malditos móviles!
Sí, es más práctico. La bota exige dos manos. Saludos.
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