sábado, 20 de septiembre de 2014

El caos o la nada.


En el principio era el orden. Estaba el orden en equilibrio inestable desde antes del comienzo de los tiempos. Justamente cuando nació esta magnitud comenzó el caos. El caos no se detiene, crece exponencialmente. La expansión del caos se acelera  en la línea del tiempo. El futuro del orden es el caos. El futuro del caos es la nada.

Un proceso de degradación similar también ocurre a nivel cerebral. Hubo un tiempo en que nuestra mente funcionaba con maravillosa precisión: con sus sensores ajustados y sus procesadores eficientes. Pero al avanzar en la decadente línea del tiempo, al caminar hacia la vejez, empiezan a colapsarse los sistemas, comienza a desmoronarse su preciosa arquitectura.

 Hace tiempo que comenzó mi Bing-Bang neuronal. Desde hace tiempo mi bioarquitectura enferma de una nueva hernia a diario.  El caos entró en mi ordenada circuitería cerebral reventando los diques de la audición. Un problema de hardware en las células de la cóclea desencadenó un castillo de fuegos artificiales en los ordenados impulsos de mi materia gris. En medio del chisporroteo sensorial intento navegar en la niebla, escuchar entre las explosiones pirotécnicas, descubrir un poquito de lógica en medio del caos. Pero el desconcierto de sensaciones, pensamientos, estímulos  hacen la vida  insoportable. Un universo sonoro donde impera la anarquía hace desear fervientemente el silencio: La tempestad sueña con la calma, la guerra con la paz, el todo convulso añora la nada.

Cuando la vida es caótica se busca el orden, la ausencia de ruido, la nada, la muerte...

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