- Hola, soy Paco.
¿Suena familiar, verdad? parece no tener nada de especial.
Probemos ahora en el mismo idioma, con el mismo tono. Ajustemos el reloj del tiempo a las 11:45 (hora del rezo del mediodía) de la festividad de Nochevieja del año que declina 2013 y escuchemos, rebobinando, el contestador de unas monjas de clausura un mensaje similar:
- Hola, soy el Papa Francisco...
Podemos imaginarnos el beatífico patatús que le dio a la hermana Adriana , priora del convento de Carmelitas Descalzas de Lucena, cuando distinguió la voz del Santo Padre dirigiéndose a ellas con fraternal sencillez. Con sus arreboladas mejillas la vemos correr por los austeros pasillos en busca de sus hermanas. Es seguro que, a partir de ese momento, establecieran excitantes turnos de vigilancia junto al teléfono esperando una segunda llamada prometida. Ninguna se aventuró muy lejos, estoy seguro, prestas a acudir en cualquier momento a saludar, con lágrimas en los ojos, a su santidad que las felicitaba el Año Nuevo.
Cuando a las 19:15 volvió a sonar el teléfono nada cuesta sentir el palpitar bajo los hábitos de cinco corazones que luchan por mantenerse dentro de los pechos inclinados reverentemente ante el manos libres. Emocionadas charlarían con él agradeciendo su recuerdo y su simpatía; reirían sus bromas, gozarían sus afectos, llorarían de emoción ante esta renovación portentosa de su amistad. Estamos ante la manifestación de una amistad de años que no se borra con la clausura, las distancias ni el poder sobrevenido.
- ¿Qué andarán haciendo las monjitas que no pueden atender? -se preguntaba el Papa.
- Llorar, llorar, Santo Padre de emoción, porque se ha acordado de nosotras, las más humildes...
¡Este Papa sí que mola!
Esta obra de Jesús Marcial Grande Gutiérrez está bajo una
Hace uno años se puso de moda un anuncio, por las fechas navideñas, que decía:
ResponderEliminar-¡Hola, soy Edu Feliz Navidad!
parece ser que ha cambiado el protagonista.
-¡Hola, soy Paco vaya usted en paz!